Este viaje comenzó a idearse en julio,
cuando Bruce Springsteen sacó a la venta las entradas de su nueva gira para
2023, nosotros por esos días no sabíamos con seguridad las fechas de las
vacaciones, pero en febrero no solemos tener problemas, así que arriesgamos y
compramos entradas para el concierto del 10 febrero en Dallas.
No es una ciudad de las que haya que
visitar, pero poco a poco fuimos mirando cosas que hacer y vuelos internos, y nos organizamos
un viaje que nos gustó bastante; al final en Dallas sólo tuvimos tres mañanas
libres.
Nuestro viaje comenzó en una ciudad
que teníamos muchas ganas de visitar, y que nunca sabíamos cómo encajarla en un
viaje, Nueva Orleans, allí disfrutamos durante tres días de su espectacular ambiente y de un
partido de NBA; también visitamos un Museo de la Segunda Guerra Mundial, impresionante.
Luego ya fuimos con un vuelo interno a
Dallas, donde además del concierto, vimos otro partido de NBA y nuestro primer partido
de NHL (hockey sobre hielo), nos encantó el ambiente; o sea que fuimos tres
veces al American Airlines Center.
También hicimos una excursión en tren
a Fort Worth para ver un rodeo, hace años dijimos, tenemos que ver un rodeo, y
este ha sido el viaje; una experiencia que nos ha gustado.
Y estando en Texas, no podíamos
perdernos la visita de San Antonio, donde se encuentra una parte de la historia
americana, El Álamo; gracias a la cantidad de vuelos internos que tienen y a un
buen madrugón, pudimos hacer una excursión en avión de ida y vuelta en el día.
Solamente se puede obtener en la web oficial y sus siglas Electronic System for
Travel Authorization, significan traducidas Sistema Electrónico para la
Autorización de Viajes. La web está en muchos idiomas entre ellos el español;
su coste es 21 $, y su validez es de 2 años desde que se tramita (siempre y
cuando el pasaporte la tenga también para dos años).
Hay que tener cuidado porque hay
muchas páginas similares, que además de no ser la oficial, cobran más.
En esta ocasión todavía teníamos
vigente la ESTA del año anterior.
HUSO
HORARIO
Los estados de Louisiana y Texas,
pertenecen a la zona horaria Central Standard Time (CST), que en esa época del
año supone una diferencia con España de -7 horas.
MONEDA
En metálico nos llevamos algo más de
200 $ y como siempre nos volvimos con más la mitad, el cambio lo hicimos en Ria
(1 € = 1 $).
En el viaje, usamos REVOLUT como
siempre, funciona estupendamente y hace un cambio muy bueno, durante el viaje
oscilaba alrededor de 1 € = 1’06 $. Hay que tener en cuenta que cada mes solo
se pueden cambiar gratuitamente 1.000 €, luego aplica una comisión de 0’5 %; y
si se cambia el fin de semana (cuando el mercado está cerrado) aplica una
comisión del 1 %.
En este viaje hemos visto un gran
cambio en los datáfonos de todos los lugares, muy modernos.
PROPINAS
Dejamos generalmente el 15%, tanto en
los restaurantes como en los viajes de Lyft; excepto en algún sitio que dejamos
18% por el trato recibido.
SIM
Esta vez no pudimos contratar Holafly
porque actualmente solo tienen eSIM y nuestros teléfonos no admiten. Así que
comenzamos a buscar y encontramos SimOptions, que tienen tanto eSIM como SIM. La
tarjeta costó 43’80 $ para 30 días, con 12 Gigas de datos; valía 29’90 $, pero
hay que pagar 13’90 $ de envío por entrega exprés (es la única opción de envío
a España, y llega en 3 días hábiles máximo). Es una tarjeta de la compañía 3 de
UK, el funcionamiento es igual que con Holafly, solo tienes que decir que día
quieres que te la activen y luego antes de irte la insertas y ya está; además
conservas tu número de WhatsApp.
También compramos una tarjeta prepago
de Vodafone, con tarifa S, que costó 10 €, esta era principalmente por las
llamadas gratuitas a España (300 minutos); también tenía datos (creo que 50
Gigas). Y esta vez a diferencia del año pasado, los datos funcionaron
estupendamente.
Además como nuestros teléfonos tienen
dos ranuras SIM, una vez insertada, elegimos que tarjeta utilizar para datos y
llamadas y ya está.
ENCHUFES
Los enchufes de Estados Unidos son los
de dos puntas planas, así que hay que llevarse un adaptador. Recientemente nos
compramos un adaptador nuevo con enchufe y dos tomas de USB; con ese tenemos
suficiente porque no necesitamos cargar más que los móviles. Eso sí, llevamos
un adaptador extra por si teníamos algún problema, como que se pierda, se rompa
o cualquier cosa.
Tuvimos bastante suerte, porque días
antes de ir hizo muy mal tiempo, de hecho el aeropuerto de Dallas llegó a estar
cerrado.
En Nueva Orleans podríamos decir que
fue primaveral, por el día alrededor de 25º y por la noche unos 15º; incluso
algún día algún grado más.
En Dallas ya era un clima más normal
de invierno, pero sin ser excesivo, apenas llovió y excepto un día que hizo más
frio, la mayoría de los días oscilamos entre los 15º por el día y los 8-10º por
la noche. En Fort Worth las temperaturas fueron
similares, y en San Antonio más calor, durante el día 25º o más.
LYFT
Esta vez al tener los dos teléfonos
con datos, nos permitía mirar en Uber y Lyft a la vez y comparar, prácticamente
en todas las ocasiones Lyft salía más barato.
Además ofrecen tres tarifas,
prioritaria, estándar y espera-ahorra. Normalmente cogíamos la estándar que es
la intermedia; alguna vez con trayectos largos sí teníamos tiempo elegíamos la
de espera-ahorra, y para ir al aeropuerto cogimos la prioritaria.
Una vez con la prioritaria, fue un
cochazo y al reservar nos preguntó por la calefacción, la música y si queríamos
ayuda con las maletas. Con la intermedia que fue la que cogimos la mayoría de
las veces fueron coches bien o muy bien. Y con la de ahorra-espera que la
cogimos un par de veces, los coches fueron peores, pero nada grave, y una vez
cuando estaba llegando se fue, pero en un par de minutos nos asignaron otro
vehículo.
Es los aeropuertos lo tienen muy bien
organizado, porque una vez dentro de la zona, suele haber varios puntos
numerados, tu le dices en cual estas (o si lo has pedido antes los buscas) y ya
está; muy buena idea para que no se amontone la gente.
PARTIDOS
NBA
En el Smoothie King Center de Nueva Orleans
vimos a los PELICANS, que ganaron 116-107 a los Atlanta Hawks. Aquí estuvimos
detrás de una canasta muy cerca de la pista.
En el American Airlines Arena de
Dallas vimos a los MAVERICKS, que perdieron 121-124 contra los Minnesota
Timberwolves. Aquí estuvimos en el segundo anillo, una zona llamada Platinum
Level, y la verdad que se veía muy bien.
En Nueva Orleans abrían las puertas
una hora antes, y en Dallas una hora y media; la verdad que una hora me parece
poco.
Para acceder pasas un arco de seguridad,
y los bolsos según tamaño van por una puerta u otra. Los de hasta 35x35 por RX
(más grandes no son admitidos), y los pequeños de unos 10x15 (o un poco más)
solo es control visual [las medidas están en centímetros].
Dentro de los pabellones está lleno de
puestos de comida y bebida, nunca esperas ni un minuto, en Estados Unidos se
vende alcohol dentro de los recintos deportivos, cervezas y también cubatas,
las cervezas valían 10 $. Y los baños, también hay muchos y muy limpios.
PARTIDO NHL
El día que llegamos a Dallas fue el de
nuestro primer partido de hockey sobre hielo, fuimos a modo de curiosidad, las
entradas eran detrás de la portería; pensábamos que nos sería más complicado
seguir el puck (la pastilla con la que se juega), pero al estar relativamente
cerca del rink (la pista de hielo) nos fue bastante fácil.
Por la tele solo habíamos visto algún
minuto y no nos decía mucho, pero en vivo, nos encantó, nos parece mejor
ambiente que el baloncesto; por ejemplo habiendo visto en la misma ciudad un
partido de hockey sobre hielo y uno de baloncesto, la música no tiene nada que
ver, va con el deporte, y en el hockey es súper rockera.
Y cuando marcan un gol y suena la
bocina por la megafonía (conocidas como goal
horn), que momento, y que ambientazo.
En los estadios de la NHL, después de
cada gol del equipo local, suena la bocina, que son diferentes dependiendo de
los equipos, algunas incluso tienen efectos de sonido como una alarma o la
sirena de niebla de un barco, o ambas combinadas.
Soy muy fan de cómo viven los
americanos los deportes y como los disfrutan, y tras este viaje, el hockey en
cuanto ambiente ha quedado por encima del baloncesto, y queremos volver otro
año a ver algún partido más.
CONCIERTO
Todo el viaje se organizo en base al concierto
del 10 de febrero de Bruce Springsteen en el American Airlines Center de
Dallas.
Compramos las entradas en julio, el
día y hora a la que salieron a la venta (22 de julio a las 17’30 hora
española), entre que iban desapareciendo a toda velocidad, no sabíamos que
coger, al precio había que sumarle unas tasas bastante elevadas, y que no
queríamos arriesgar, acabamos en la última fila; pero felices y contentos por
tener entradas. Luego solo tuvimos que esperar casi cuatro meses para que nos
confirmaran las vacaciones.
El día del concierto abrieron las
puertas hora y media antes (como el resto de eventos del American Airlines
Center). Nosotros entramos alrededor de media hora antes, porque el acceso es
muy rápido y como luego se sube por escaleras mecánicas se llega en un momento.
El concierto estupendo como siempre,
es nuestro 5º concierto, el primero fue en 2003 en Madrid, luego Valencia,
luego Munich, y el ultimo en 2016 en Milán. El fan de Bruce es Alfredo, yo me
fui aficionando poco a poco, pero sobre todo viéndole en sus directos. Este
duró 2’50 horas que para los 73 años que tiene no está nada mal.
Otro viaje que arrancó con un buen
madrugón, aunque cuando el despertador suena a las 3 de la madrugada, más bien es
trasnochar. Teníamos el taxi a las 3’50 y como siempre muy puntuales (queríamos
medía hora más tarde, pero no podían).
A las 4’10 llegamos al Aeropuerto (el
taxi costó 22’95 €), estuvimos cerca de una hora de plantón en la facturación, había
mucha gente con maletas con sobrepeso, así que tenían que abrirlas y
reorganizar, por lo que se hizo muuuuuy lenta. Pero todo llega, y nuestro turno
en la facturación también, nos agradecieron llevar la documentación verificada.
Control rápido y sin estrés, un
cortadito para arrancar la mañana y prácticamente ya comenzaba nuestro
embarque. El vuelo a Madrid debía salir a las 6’40 pero se retrasó unos 15-20
minutos, el capitán informó que era debido a la gran cantidad de maletas que
llevaba el avión, pero que habían entrado todas y que llegaríamos a la hora
inicial prevista, y así fue, alrededor de su hora programada las 7’45 llegamos.
En unos 30 minutos llegamos desde la
T4 a la T4S, allí buscamos el mostrador de American Airlines, para que nos
dieran la última tarjeta de embarque (Miami-Nueva Orleans), porque era un vuelo
suyo y al facturar no nos la habían dado; en un momento y sin problemas nos las
dieron.
Desayunamos un par de cortados, un donuts
de chocolate y un croissant (8’70 €), y al poco ya nos fuimos hacia nuestras
puertas de embarque, S43 y S44. Esperamos un poco y pasamos el control de
documentación, al haberlo hecho por la web sólo tuvimos que sacar el
pasaporte.
El embarque se retrasó unos 20 minutos
y finalmente comenzó a las 11, pasamos sin orden los grupos 3 y 4 (que es donde
están la mayoría de pasajeros), con lo que luego una vez en el avión fue
bastante desastroso, pero a pesar del retraso del embarque y del desorden, el
vuelo salió prácticamente en hora, las 11’35. Por delante teníamos 10 horas de
vuelo, a la hora y media sirvieron la comida, pollo o pasta, bastante rico. El entretenimiento
bastante bien, Alfredo paso las horas con alguna peli y juegos, y yo con música
y ordenando cosas del móvil. Una hora y media antes de llegar sirvieron la merienda,
un bocatita de pavo y un kitkat con zumo de naranja, bien. Y el vuelo llegó también
en hora, las 15’40.
Nuestro último vuelo con mascarilla
La bajada del avión fue bastante
ordenada por filas (la nuestra era la 29) y bien rápidos sin entretenernos en
nada, a la cola de inmigración, adelantamos bastante gente del vuelo, y
llegamos a las 3’50; había bastante cola, que fue aumentando rápidamente en
poco tiempo. Trámite sin problemas, la mujer que nos tocó al oírnos hablar
español, se puso ella también a hablarnos en español, esta vez entre las
preguntas de rigor hubo una diferente, nos preguntó cuánto dinero en metálico
llevábamos; tardamos una hora y poco en pasar el control, desde que llegamos a
la cola.
Luego tocaba el trámite de recoger
maleta, en el viaje del año pasado en Dallas fue súper fácil, la cogimos,
avanzamos unos metros y la dejamos en una cinta; pero aquí en Miami, había que dejarla en la
zona drop off junto los mostradores de facturación, lo cual quería decir que
estábamos fuera. Así que nuevamente control de seguridad, había gente pero nada
exagerado.
Y tras dos horas por fin habíamos
acabado los trámites, así que fuimos a tomarnos nuestras merecidas cervezas
(19’84 $): luego paseamos un rato y mientras íbamos viendo como nos iban
cambiando la puerta de embarque, no exageramos, pasamos por la 26, 36, 12, y
finalmente la 48.
Cenamos unas empanadas (25’17 $) que
estaban bastante ricas, y nos fuimos hacia nuestra puerta de embarque, todavía
nos quedaba casi una para el vuelo, y logramos no dormirnos mientras
esperábamos; ya hacía 24 horas que había sonado el despertador y lo íbamos
notando.
El vuelo debía salir a las 22’18, pero
anunciaron un retraso de 15 minutos, madre mía con lo cansados que estábamos,
sólo esperábamos que se quedara así y no fueran más, y por suerte así fue. El
embarque fue muy rápido, y nosotros una vez en el avión, tardamos nada en quedarnos
dormidos, la hora inicial de llegada eran las 23’17 y finalmente se convirtió
en las 23’30; una de las maletas de se hizo de rogar, pero llegaron las dos.
Ahora tocaba pedir un Lyft, a esas
horas el aeropuerto estaba muy tranquilo, y no tardó mucho, nos costó 38’68 $ (incluida
la propina, solo le dimos 2 $, ni hizo mención de bajar a ayudarnos con las
maletas); y en unos 20-25 minutos por fin llegamos a Nueva Orleans.
Nuestro hotel para estos días era el Fairfield
Inn& Suites by Marriott New Orleans Downtown/French QuarterAreaque sin estar en el barrio francés,
está muy cerca. El check-in fue muy rápido (previamente lo habíamos hecho por
la app) y una vez en la habitación, dedicamos unos 10 minutos a organizar
maletas y a la 1 a dormir. Ya hacía 29 horas que nos habíamos levantado, un
vuelo de 10 horas se hace pesado, pero lo peor fue la espera del vuelo en
Miami, pero ¡¡ESTABAMOS EN NUEVA ORLEANS!!.
Pusimos el despertador a la 9, pero sabíamos
que no nos haría falta, y así fue, el jet lag nos despertó a las 7’30, eso sí,
nos pudimos permitir el lujo de quedarnos un rato en la cama tranquilamente.
Tras una reconfortante ducha salimos del hotel.
La
ciudad de NUEVA ORLEANS fue fundada por los franceses en 1718, con el nombre de
La Nouvelle-Orléans. En el Tratado de París de 1763, España obtuvo el
territorio de Luisiana; aunque en realidad fue un año antes, en el acuerdo
secreto del Tratado de Fontainebleau, en el que Francia cedió este territorio a
España para compensar a su aliada, por los servicios que le prestaba frente al
común enemigo inglés.
En
1801, Napoleón Bonaparte rescindió el pacto y decidió unilateralmente la vuelta
de Luisiana a Francia, la noticia se hizo pública en 1803, y al poco ocurrió el
hecho conocido como, la Compra de Luisiana, en el que Napoleón vendió las
posesiones francesas en América del Norte (las que se habían cedido a España).
En
2005 el huracán Katrina devastó las costas del golfo desde Florida a Texas
debido a su intensidad, pero el mayor número de muertes se registró en Nueva
Orleans, que quedó inundada porque su sistema de diques falló. El 80% de la
ciudad, así como algunas zonas de alrededor, quedaron anegadas, manteniéndose
así durante semanas. Este huracán fue uno de los cinco más mortíferos en la
historia de Estados Unidos, y el que provocó más daños económicos.
El
fallo de las protecciones de Nueva Orleans es considerado como el mayor
desastre de ingeniería civil de la historia de Estados Unidos. El nuevo
sistema de diques comenzó a construirse en 2006 y terminó en 2012. Este nuevo
sistema otorga una protección que hace frente a tormentas del tipo "una
cada cien años", sin embargo, las autoridades de Nueva Orleans consideran
esta protección insuficiente, ya el Katrina fue una tormenta del tipo "una
de cada cuatrocientos años”.
Fuimos a desayunar al famoso Café Beignet, el local de Royal Street (hay varios
por la ciudad) es pequeño y había bastante gente, pero en unos minutos
encontramos una mesa libre (hay mucho movimiento de gente, así que aunque esté
lleno, sí esperas un poco es fácil encontrar mesa), debe su fama al beignet que es un dulce de masa frita
servido con mucho azúcar glas; pedimos un chocolate a medias y dos de beignets (van tres en cada lote) y nos costó
17’24 $. Estaban ricos, pero vamos nada muy especial, como para repetir otro
día.
Tras el desayuno callejeamos un rato por el FRENCH QUARTER, apenas habíamos visto nada y ya nos estaba encantado, las casas de ROYAL STREET son una maravilla. Además ya habían comenzado a decorar la ciudad para el Mardi Gras, todo en los colores tradicionales del carnaval, púrpura (que significa justicia), verde (que significa fe) y dorado o amarillo (que significa poder).
Pasamos junto la CATEDRAL DE SAN LUIS,
que es uno de los principales templos de la iglesia católica en Estados Unidos
(la segunda más antigua después de la de San Agustín); de la catedral original queda
muy poco, pues se quemó durante el gran incendio de 1788.
Luego ya nos fuimos hacia el río
Mississippi, para dar un paseo por el río con NEW ORLEANS STEAMBOAT COMPANY, a las 11’30 salimos con el CITY OF
NEW ORLEANS; nos costó 39 $ cada uno y duró dos horas. Durante el trayecto, en
la terraza superior hay música jazz en directo, el paseo fue muy agradable
entre otras cosas porque la mañana era soleada y la brisa era fresca; también
hay que decir que el paisaje no merece mucho la pena, pero no nos pudimos
resistir a dar un paseo en barco por el Mississippi.
Tras el paseo comimos muy cerca, en Johnny's Po-Boys, muy famoso por sus
bocadillos, nosotros pedimos uno de caimán (aligátor)que era una salchicha, y
otro de pollo; los dos bocadillos y los refrescos, costaron 40’20 $ (solo
aceptan efectivo). La verdad que no fue gran cosa, casi una decepción, la
salchicha de caimán podría ser de lo que quieran, no tiene un sabor particular,
más bien sabía a varias especias; y la higiene del local deja mucho que desear.
Justo al lado del French Quarter, se
encuentra el barrio FAUBOURG MARIGNY, una zona muy bonita y tranquila con casas
muy coloridas, recorrer esta zona es un paseo muy agradable.
Luego ya era hora de ir hacia la zona
de St. Roch Marquet, cerca se iniciaba la “tit Rəx” Parade. En 2009 un grupo de artistas fundaron esta
cabalgata, adoptando un enfoque opuesto a las grandes carrozas, las “tit Rəx”
están hechas de cajas de zapatos (el nombre proviene de la abreviatura cajún de
petite). Este es uno de los primeros
eventos del Mardi Gras.
Después de la cabalgata comenzamos a regresar al
hotel, viendo otras casas del barrio FAUBOURG MARIGNY, y luego ya de nuevo por ROYAL
STREET, mientras íbamos viendo cómo iba anocheciendo y comenzaban a encenderse las
luces.
Descansamos un rato en el hotel, yo lo
necesitaba, y no era de extrañar porque a lo tonto a lo tonto,
llevábamos 14 kilómetros; pero no nos quedamos mucho y salimos a tomar algo.
No sabíamos donde, así fuimos hacía
los alrededores de Royal Street y nos dejamos llevar por la música, entramos en
21st Amendment Bar at La
Louisiane, allí
estuvimos un buen rato disfrutando de música jazz en directo, y además las
cervezas tenían muy buen precio (6 €). Que lujo de ciudad, nos encanta este
ambiente. No hay que olvidar que en esta ciudad nació el músico de jazz Louis
Armstrong.
Llegó la hora de cenar y la verdad que
no sabíamos ni que cenar, ni a donde ir, así que elegimos algo rápido, Popeye’s, pedimos unos tenders clásicos, unas
palomitas de camarones y unas patatas fritas, junto los refrescos nos costó 19’20
$. Simplemente cenamos, he decir que a mi esta franquicia en España me gusta
mucho, y allí me pareció más normalita, todo sabía mucho a frito.
Y bueno, cansados estábamos, pero ya
que estábamos por la calle, nos animamos a tomar algo en Pat O'Brien's, muy típico allí (y en toda la
ciudad)es un es un coctel llamado Hurricane (de hecho se creó en este local durante
la Segunda Guerra Mundial) que lleva ron, granadina, naranja … y que decoran
con una cereza. El coctel costó 11’50 $ cada uno, está bastante rico, no sabe en
exceso a ron y va bien servido de hielo. Este local, tiene varios salones, y en
uno de ellos había música en piano en directo (que fue donde nos quedamos); me
sigue pareciendo un lujo poder disfrutar de música en directo con tanta
facilidad.
Y ya regresamos al hotel, por la animada BOURBON STREET; encantados
por todo lo que nos había ofrecido esta ciudad, tanto durante el día, como
durante la noche; y sobre las 12 a dormir.